Este instrumento fue construido entre 1768 y 1769 por Leonardo Fernández Dávila, siendo desconocido la caja que lo alberga. Ésta es de estilo rococó con rasgos neoclásicos, siendo lo único que quedó tras la Guerra Civil pues, al igual que su compañero de la Epístola, el instrumento como tal fue destruido. Tras este periodo, en 1944, Pedro Ghys Guillemín construye un órgano romántico que embute en la antigua caja. Anteriormente a su desaparición, constan diferentes restauraciones y recomposiciones sobre el mismo de la mano de Miguel Alcarria (1815), Ramón Pérez (1863), Adolfo Montero Weiss (1889) o de José Rogel (1911), entre las más importantes intervenciones.
Es también conocida su restauración en los años 80 del s. XX llevada a cabo por Enrique Morentín Guergué, estando en uso hasta el incendio que padeció en 1996, momento desde el que parece ser no ha vuelto a funcionar.
En su caja se observan tres niveles. El inferior acoge la consola romántica en ventana y las puertas de acceso al interior. Por encima, se encuentra la batalla y siete campos de tubos, siendo mudos cuatro de ellos. Y ya, en un tercer nivel superior, y sobre una cornisa ondulada, encontramos un módulo compuesto de cinco campos mudos, siendo culminada la caja finalmente por un conjunto ornamental constituido por cuatro ángeles y un jarrón de azucenas, como símbolo de la Encarnación de María.
A ambos lados se hallan los grandes tubos correspondientes al pedal.
La contrafachada sirve, a través de unas puertas, para el acceso a su interior, estando pintada al óleo.
La consola es en ventana, con dos teclados y tiradores de registros a ambos lados.
Tanto la transmisión de los teclados como la de los registros son mecánicas.
Posee un gran fuelle-depósito, instalado por P. Ghys, alimentado por una bomba eléctrica.